¿Está preparada la comunidad judía para el nivel de judeofobia hoy existente en Estados Unidos?

Sus lideres deberían figurar aún más y con más fuerza de lo que hoy lo hacen, dados los tiempos que se viven y el fuerte desafío que se enfrenta en el país

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Gente asiste a un acto "en solidaridad con el pueblo judío" en Washington el 11 de julio de 2021, auspiciado por Alliance for Israel, Anti-Defamation League, American Jewish Committee, B'nai B'rith International y otras organizaciones. (AP Foto/Susan Walsh, archivo)
Gente asiste a un acto "en solidaridad con el pueblo judío" en Washington el 11 de julio de 2021, auspiciado por Alliance for Israel, Anti-Defamation League, American Jewish Committee, B'nai B'rith International y otras organizaciones. (AP Foto/Susan Walsh, archivo)

Antes de contestar la pregunta, por trasparencia debo decir que soy judío y orgulloso de serlo. Me considero además un consumidor de información, ya que mi actividad me obliga a hacerlo diariamente, por razones académicas y por espacios habituales en medios de comunicación. Es, en ese sentido, que estoy convencido que los lideres de la comunidad judía debieran figurar aún más y con más fuerza de lo que hoy lo hacen, dados los tiempos que se viven y el fuerte desafío que se enfrenta en EE. UU.

Me explico.

Ha sido inesperado, ya que eran para mí el estándar mundial para los judíos fuera de Israel. Por lo inesperado, me da la impresión de que existe un shock de tal entidad, que todavía no se asimila en su magnitud, y todo indica que no estaba preparada ni ella ni sus lideres para esta gigantesca manifestación de odio (¿quién lo estaba?, yo no) y todavía predomina a su interior, la sorpresa y el dolor. También, la desilusión con tanta gente con la cual existían buenas relaciones de amistad, cortadas en algunos casos por su silencio, otras por aplaudir lo que está ocurriendo.

Existe rabia con la injusticia de la situación, y así como hay muchas manifestaciones de comprensión y cariño que se agradecen, y Estados que lo han hecho mejor que otros dentro del país, no hay duda de que los ataques a Israel a nivel mundial se están repitiendo en EE. UU., y de ahí la sorpresa, ya que no era ni es cualquier lugar, sino aquel que parecía especial para los judíos, y que tiene la mayor población fuera de Israel.

En ningún caso son situaciones comparables, pero habría que agregar que, en la milenaria historia judía, hay al menos dos casos trágicos cuando los judíos se sentían seguros, España en 1492 y por cierto, Alemania antes del Holocausto, que no se agrega porque es un caso distinto a cualquier otra masacre, no solo en la historia judía sino en la historia del mundo, donde un país dispuso de los recursos y la voluntad para intentar erradicar a un pueblo entero de la faz de la tierra, tanto que los judíos todavía no recuperan del todo su porcentaje poblacional anterior.

En todo caso, ante la pasividad de tantas autoridades, lo que está pasando en las universidades de EE. UU. da una buena idea de lo que ocurrió en Alemania con la judeofobia, la más antigua de las fobias de la humanidad, y al mismo tiempo, el 7-X proporciona una muestra de lo que podría pasar si Israel llegara a perder alguna guerra. Por, sobre todo, aporta la evidencia que el Holocausto seguirá siendo una posibilidad remota para la supervivencia judía, mientras exista Israel.

Un campamento de protesta en favor de los palestinos en la Universidad de Washington (REUTERS/David Ryder)
Un campamento de protesta en favor de los palestinos en la Universidad de Washington (REUTERS/David Ryder)

Pero ¿qué está pasando con la comunidad judía estadounidense? Todo se complica, además, porque el inesperado estallido de antisemitismo reprodujo lo que la invasión del 7-X fue para Israel, donde el mundo se ha ido olvidando de los rehenes que todavía están en manos de sus captores.

Y quizás, ni en sus pesadillas, la mayoría de los judíos estadounidenses se habían preparado para lo que irían a enfrentar los jóvenes universitarios, en instituciones donde además abundaban profesores, investigadores y filántropos judíos, jóvenes que solo sabían de situaciones semejantes por lo vivido por sus abuelos en Alemania y otros lugares de Europa.

No se trata de exagerar, sino entender que probablemente todo empeorará antes de mejorar, y que cualquier avance requerirá de una actitud al nivel de la agresión, por lo que tampoco se trata de criticar a nadie, sino de apoyar a quienes han sido víctimas, como también a aquellos que quieren activarse para colaborar en que no vuelva a repetirse, o que al menos, si vuelve a suceder, habrá una estructura comunitaria con los recursos necesarios para que los responsables sufran las consecuencias legales.

Para ello, deberá existir la posibilidad de siempre acudir a los tribunales como también la denuncia con nombre y apellido, para identificar y en lo posible avergonzar a quienes han hecho del odio una forma de vida. Por lo demás, actuar judicialmente en EE. UU. debiera ser más fácil que en otros países, ya que existe abundante legislación que debe ser mejorada y actualizada como también jurisprudencia, y el hecho que no se esté aplicando como debiera fija tres tareas: la primera es exigir en forma muy publica que se aplique; la segunda, actuar al respecto como grupo de presión, y la tercera, por lo mismo acudir a los tribunales, no individualmente como ha estado ocurriendo, sino colectivamente como comunidad judía, como marca y con el peso que ello conlleva, siempre.

Esta defensa debe ser sin complejos de ningún tipo dada la naturaleza del desafío, toda vez que en la práctica ha habido universidades que han permitido espacios “libres” de judíos al normalizarse lugares donde no podían ingresar o transitar, por lo que la lucha debe comenzar con la razonable petición de que por mandato de la ley deben ser lugares seguros para todos, subrayando la seguridad, como también lo de todos, ya que solo hay que preguntarse ¿Qué pasaría o que hubiera pasado si esa persecución hubiese sido contra otros grupos tales como afrodescendientes, lgtbiq+, mujeres? ¿Habría sido lo mismo o existiría un repudio mucho más generalizado?

La lucha retrotrae quizás un siglo o aún más a los judíos en EE. UU., toda vez que aquí hablamos del requisito mínimo de una sociedad democrática, cual lo es la igualdad esencial entre todos los ciudadanos. También, a la comunidad judía se la posiciona frente a nuevos escenarios, que de poco probables han saltado a posibles, como que un algún futuro gobierno de EE: UU. deje de ver a Israel como un aliado, y se distancie aún más que las inseguridades actuales, elevando la crítica y siempre condicionando cualquier apoyo, hasta negándolo.

No va a ocurrir de un día a otro, sino que va a ser como el cuento de la rana hervida, que al ingresar a una olla llena de agua fría o tibia no reacciona al fuego, sino que se va acostumbrando, a diferencia de si hubiese entrado con el agua hirviendo, donde hubiese saltado afuera, salvándose. Quizás, el proceso ya se inició, y la guerra de Gaza (provocada por Hamas, a no olvidarlo) fue el detonante, por lo que la mayor separación podría aparecer ya sea por la guerra misma, o por un subproducto, en el caso que EE. UU. no apoye suficientemente a Israel en la posible dictación de una orden de detención de la Corte Penal Internacional contra Netanyahu y otros, sin reparar en que de tener éxito, probablemente será el siguiente en la lista, por lo que como autoprotección debiera hacer una defensa total.

Dada la gravedad de la amenaza hoy existente para la vida judía, conviene que la comunidad se pregunte si las instituciones de relación extracomunitaria o de lobby tales como el American Jewish Committee o la Jewish Defense League deben continuar como están o debieran ser revisadas para enfrentar esta nueva normalidad. Aquí Israel no es ejemplo, ya que, en este tipo de actividad, partiendo por el esclarecimiento (Hasbará) acumula más fracasos que éxitos.

Judíos estadounidenses y partidarios de Israel se reúnen en solidaridad con Israel y protestan contra el antisemitismo en el National Mall de Washington, EE.UU., el 14 de noviembre de 2023. (REUTERS/Leah Millis/archivo)
Judíos estadounidenses y partidarios de Israel se reúnen en solidaridad con Israel y protestan contra el antisemitismo en el National Mall de Washington, EE.UU., el 14 de noviembre de 2023. (REUTERS/Leah Millis/archivo)

Para mí, el mejor modelo son los afroamericanos, quienes, a pesar de todas sus dificultades con relación al racismo, han logrado organizarse de tal manera, que la reacción ante una ofensa pública es automática, y en buena hora, por lo que todos saben que va a traer consecuencias para quienes han hecho actos o han usado expresiones repudiables.

En el caso del antisemitismo en las actuales acampadas universitarias, algo de lo peor que se ha presenciado ha sido la simpatía o cobardía de los administradores de esas instituciones, al igual que la “comprensión” demostrada en medios de comunicación y en autoridades políticas,

Hoy existe, pero se ha demostrado su insuficiencia, por lo que creo que la comunidad judía debiera pensar en un gran proyecto sobre el Holocausto, donde su enseñanza sea obligatoria en el sistema educacional, a través de leyes aprobadas en cada uno de los Estados, siendo requisito de graduación. Como ejemplo, de nuevo habría que pensar en los afroamericanos y la total unanimidad que se ha felizmente logrado en torno a la enseñanza de la esclavitud. En el caso del Holocausto debiera agregarse la aprobación en cada Estado de la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, para así poder cobrarle la palabra a las universidades que falsamente han dicho que van “a reprimir el discurso antisemita”.

Es que en las acampadas los activistas gritan que sus compañeros judíos debieran “regresar a Polonia”, hecho que se agrega a la impunidad que ha rodeado a otras situaciones, donde los manifestantes han violado los derechos más elementales de otros. Y si hay impunidad como parece que puede haber, estas situaciones no van a tener las consecuencias que merecen para el futuro profesional o laboral de los manifestantes, lo que coincide con nuevos problemas y nuevas realidades, de tal modo graves, que los judíos están cumpliendo su rol tradicional de canario en la mina que advierte de mayores desgracias para todos.

Aunque todavía no es visible para todos, la presencia de Irán hace que Gaza sea también contra occidente. Es decir, EE. UU. tiene en sus universidades un serio problema de seguridad nacional, ya que podría estar incubándose una generación de terroristas a su interior, tal como ocurrió hace algunos años en Europa por la guerra civil siria. Hoy, lo que se inició como antisemitismo ha mutado incorporando también a la seguridad nacional, toda vez que participan muchos activistas mayores, profesionales de la subversión, con gente que se oculta detrás de rostros tapados, y donde se ha subestimado el rol del dinero de Qatar y otros países, por lo que se debe exigir la acción del Congreso para saber que han hecho las agencias de seguridad como también apoyar que tal como dice la ley se detenga la entrega de fondos federales a instituciones que han permitido el antisemitismo a su interior.

¿Qué hacer? Insistir en lo dicho, es decir, aprovechar algo de lo mejor que tiene EE. UU. acudiendo a los tribunales, basándose de partida en las muchas leyes que castigan el antisemitismo, pero esta judicialización no debe ser a título individual, sino colectivo, en nombre de la comunidad, que se vea que son los judíos en su conjunto la que están detrás, y que toda ofensa será respondida, responsabilizando desde las instituciones que lo han tolerado hasta los perpetradores, que no habrá impunidad, y que se le pedirá a los jueces que reestablezcan el imperio de la ley en todos y cada uno de estos actos, ya sea pidiendo el castigo que determina la ley, o recurriendo en contra de los bolsillos de quienes han actuado por acción u omisión. Acudir a la justicia también permite actuar sobre la red de fundaciones que han financiado la coordinación a nivel nacional en esta ofensiva contra Israel y los judíos estadounidenses.

Estos incidentes han permitido derribar mitos sobre el “poder” judío en universidades, empresas, medios de comunicación, Hollywood, etc, lo que no es necesariamente bueno ya que esta situación perjudica el tipo de disuasión que existía, la de aquellos que se contenían por esa equivocada visión del poder judío, y es necesario reestablecerla.

El camino de la judicialización debe consultar todos los tribunales estadounidenses, pero también internacionales, sobre todo aquellos de derechos humanos. Para ello, debe existir la voluntad para que la comunidad siempre judicialice todo, lo grande pero también lo pequeño, por diminuto que parezca, ya que por lo demás, todavía existe el mito que un judío va a defender a otro, por lo que esta judicialización no debe ser la acción de personas individuales por importantes que parezcan o de grupos por bien intencionados que sean, sino que debe verse a la comunidad a través de sus dirigentes y en nombre de todos los judíos.

Esta nueva etapa necesita que los liderazgos detrás de una actitud de total combate a la intolerancia antisemita sean liderazgos muy públicos, más hacia afuera que hacia adentro, con capacidad de respuesta inmediata, para detener, en la medida de lo posible, la violencia de los muchos que quieren dañar a los judíos, para que sepan que no va a haber impunidad, que van a ser identificados, y que esto van a existir consecuencias, incluyendo su vida profesional o laboral.

Manifestantes pro palestinos en la Universidad de Columbia (REUTERS/David Dee Delgado)
Manifestantes pro palestinos en la Universidad de Columbia (REUTERS/David Dee Delgado)

Y si no es EE. UU., entonces ¿Dónde? ¿Tiene hoy día la comunidad y sus lideres nacionales o locales ese tipo de actitud? Toda la estructura de la comunidad ha prestado inmensos servicios, incluso un modelo para otros países, pero la realidad que le servía de sustento ha sido modificada, y se necesita preguntarse si al menos no se requiere una adecuación.

Por lo demás, si en EE. UU. no se reacciona y se permite que los judíos sean tratados como ciudadanos de segunda clase, otros estarán en riesgo en aquellos países donde la comunidad tiene menos recursos. Por lo demás, si tengo razón, la falta de reacción al nivel de la agresión los pone en riesgo también aquí en EE. UU., toda vez que hay tiburones, grandes y pequeños oliendo sangre, y no todos están en el agua. Al respecto, me pareció representativo algo que leí en X, donde quien se identificaba como nacional de Arabia Saudita preguntaba que podían esperar ellos en el nuevo esquema internacional, si EE. UU. se alejaba de Israel en situación de guerra y los judíos eran maltratados en las universidades.

En el nuevo escenario al que la comunidad ha sido llevada, se requiere luchar por la igualdad ante la ley, que haya consecuencias para la judeofobia, presionar a los lideres políticos para que actúen, y pedir rendición de cuentas a esa institucionalidad conformada por el Departamento de Justicia, el de Educación, el FBI y otras encargadas por ley para actuar, proteger y/o sancionar. Corresponde también pedir que se siga la pista del dinero que ha ingresado a raudales a las universidades, y que se sepa cómo han actuado aquellos cuyo deber era vigilar, fueran las finanzas o la seguridad, para saber que ocurrió con aquellos activistas que, sin ser parte de las universidades, participaron en la violencia, o aquellos extranjeros que incumplieron con su visa de estudiante.

Nada de lo anterior va a ser fácil, pero todo es necesario, hasta imprescindible. Además, no corresponde pedirles a otros que hagan por los judíos, lo que estos no están dispuestos a hacer por sí mismos y/o por otros judíos. Por cierto, que este tipo de propuestas exige disponer de mayores recursos e incorporar a más gente, quizás mayor discusión interna sobre las alternativas en las líneas de acción, pero debe hacerse.

En todo caso, las menciones hechas son simples ejemplos de situaciones que no deben reaparecer, y cuya adecuada sanción y delimitación de responsabilidades es la única forma de que no se repitan. Se necesita disuadir a otros, lo que a su vez requiere repensar como se organiza o se reorganiza la comunidad, para abordar esta nueva realidad.

Ir a los tribunales tiene también otras ventajas, al obligar a las autoridades a pronunciarse, a los medios de comunicación a informar, ya que en general, en un proceso judicial se reúne más información sobre una situación de abuso que en ninguna otra instancia.

Lo que no funciona es agachar la cabeza o poner la otra mejilla, ya que la serpiente está entre nosotros y la maldad y el odio no regresarán por si solos al huevo o al nido. Al respecto, tarea ineludible es preparar lo mejor posible a la juventud, sobre todo a nivel universitario, para que tengan las herramientas y apoyos necesarios. Estos jóvenes no deben ocultarse, sino prepararse para defender a Israel en asambleas y clases como también atacar allí a la judeofobia. Para ello, la comunidad debe entregar una formación de alto nivel a grupos de estudiantes, como si de un postgrado se tratara para que puedan cumplir esa tarea, no como un simple ciclo de charlas, sino como un estudio sistemático, para lo cual, quienes lo necesiten deben ser becados, para disponer de la dedicación requerida.

La comunidad judía debe aparecer como tal en otra situación donde simplemente no se puede seguir mirando a otro lado, ya que confunde y permite la manipulación. Consiste en confrontar con mucha publicidad a quienes reman en sentido contrario, toda vez que se presentan en manifestaciones contra Israel, agregando que lo hacen en representación de todos los judíos “no sionistas”. Son de dos tipos: los que aparecen en las manifestaciones vestidos como religiosos y aquellos que exhiben sus “apellidos judíos”, casi siempre sin vinculación alguna con instituciones comunitarias. El problema es que unos y otros permiten que los antisemitas nieguen que lo son, ya que “solo” discreparían del “genocidio” israelí, tal como lo demostraría la presencia de “esos” judíos, quienes a veces también aparecen firmando declaraciones en contra de conocidos judíos, para discrepar de sus posiciones políticas personales en nombre “del judaísmo”, por lo que deben ser desenmascarados, en el sentido que no representan a nadie más que a sí mismos.

En todo caso, la nueva normalidad también incluye el silencio de muchos políticos sobre lo que está ocurriendo, sea su nivel local, estadual o federal, por lo que saludable seria que la comunidad oficialmente les pidiera definirse, acción que también debiera ser dirigida s políticos judíos que han permanecido inexplicablemente mudos, y que no confrontan a quienes integran el llamado “squad”, una de cuyas banderas es el ataque a Israel y a los judíos estadounidenses.

Existen casos concretos donde la comunidad debe actuar. Uno muy notorio es el de Khymani James, uno de los dirigentes de la acampada en la Universidad de Columbia, quien compartió en redes sociales “No lucho para herir ni para que haya un ganador o perdedor, lucho para matar” escribió. Al igual que otros similares, corresponde al tipo de situaciones donde la comunidad en la forma más oficial posible debe hacer dos cosas, actuar judicialmente para que un escarmiento disuada a otras personas, y para que las autoridades actúen, ya que en ninguna parte del mundo la primera enmienda permite las amenazas de muerte.

A Khymani James, centro derecha, se le prohibió la entrada al campus después de que apareciera un vídeo de enero en el que decía: “Los sionistas no merecen vivir”. (Ted Shaffrey/AP)
A Khymani James, centro derecha, se le prohibió la entrada al campus después de que apareciera un vídeo de enero en el que decía: “Los sionistas no merecen vivir”. (Ted Shaffrey/AP)

Israel descubrió que había personas que no opinaban sobre las violaciones y muertes de bebes el 7 de octubre, aunque lo hacían con entusiasmo sobre un supuesto “genocidio”, y los judíos han descubierto una nueva realidad en EE. UU., donde son agredidos en sus lugares de estudio, con el silencio de muchos, incluyendo algunos que se dicen “amigos”. El argumento de esta columna es que un mejoramiento de esta situación va a depender mucho de que la comunidad judía supere su actual estado de shock, ya que no basta con lamentar y quejarse, sino responder y contraatacar.

¿Cuánto colaboran las redes sociales a la situación que se ha creado? Mi impresión es que nada fuera de lo habitual, nada fuera de lo ordinario, nada que sorprenda como tampoco lo hace la organización, odio y recursos a disposición de los odiadores. Tampoco debiera sorprender la ignorancia, ya que de esta siempre se ha nutrido la judeofobia.

Al respecto, lo único que realmente controla la comunidad es a sí misma, y hoy, lo que debe hacer es revisarse de arriba abajo para concluir si está o no respondiendo al nuevo escenario, y si concluye que es necesario reorganizarse para poder responder, debe hacerlo, para hablar y actuar con la mayor fuerza que le sea posible. Ello incluye apoyar a estudiantes, profesores o periodistas judíos para la respuesta lo que debe incluir, al igual que en otros oficios y profesiones, una estructura que les ayude a hacerlo colectivamente, ya que al menos en las universidades, la respuesta más bien sigue siendo individual.

Lo que ha pasado no apareció de la noche a la mañana, sino que lleva años incubándose y será saludable la revisión de lo hecho, para no repetir errores y en ese sentido es bienvenida la autocrítica a una serie de conductas que se han probado equivocadas. De partida, no haber usado como comunidad y en nombre de ella, la presión sobre las instituciones democráticas para que se hubiese actuado a tiempo sobre el ambiente que se había instalado en las universidades, incluyendo la acción de profesores extremistas, con cancelaciones de oradores pro Israel así como aquellas que llevaban tiempo negándose a sí mismas, al impedir con pleno conocimiento y hasta estimulo de los administradores, a veces a oradores conservadores, ya que ello antecedió en algunos casos a lo que ahora está pasando con los judíos en general.

Para mejorar, creo que se puede aceptar que no se denunció antes que estallara, el ambiente de intolerancia que se creó para deslegitimar a Israel, donde más que enseñar se adoctrinaba. Tampoco hubo denuncia a oportuna sobre el ascenso al poder de administradores tóxicos, por lo que todo aconseja la creación de instancias de alerta temprana, toda vez que a Israel este fenómeno se le ha escapado, quizás por tener materias de vida y muerte más urgentes, y en otros países, los judíos tampoco le dieron la importancia debida durante demasiado tiempo, toda vez que los llamados a desinvertir y al boicot aparecieron en otras partes, mucho antes de llegar a EE. UU., siempre con muchos recursos a disposición.

¿Qué pasará en la comunidad? Me resisto a pensar que nada. EE. UU. es una nación de leyes, con un éxito inigualado como país y un fracaso igualmente grande en la exportación de sus instituciones. Para mí, lo que debe hacerse está muy claro, no solo como victimas sino como parte integral de la sociedad, y lo que se haga redundará en un mejor país.

Pero, antes hay que aceptar que todo empeorará antes de mejorar, lo que en ningún caso debe detener lo que hay que hacer, sino empezar desde ya, paso a paso, primero un pie, después, el otro. Pero lo primero es lo primero, adaptarse a la nueva realidad, a la nueva normalidad. He ahí la respuesta necesaria y lo sabemos desde la teoría de la evolución, ya que no sobreviven los más fuertes, sino los que saben adaptarse.

Lo que pasó en las universidades causa una profunda pena, ya que EE. UU. mantenía una total superioridad en lo que a calidad y prestigio se trataba, y hoy se ha disparado en el pie, entre otras razones por cobardía de sus Administradores. No es que esto haya empezado aquí, pero sí que ha llegado lo que destruyó a instituciones de calidad en el tercer mundo y en Europa, además que en el Ivy League no solo se graduaba la elite estadounidense, sino también la de muchos otros países.

Israel es la sociedad de mayoría judía más fuerte y próspera que haya existido, y la razón de fondo por la cual no habrá un nuevo holocausto, y si hemos insistido sobre la judicialización es porque si no lo hace la comunidad, otros lo harán. Es así como un grupo de defensa legal de los manifestantes presentó una denuncia federal de derechos civiles en nombre de quienes han ocupado las universidades, argumentando que han sido sometidos a “acoso anti palestino y anti islámico”.

Como conclusión, es indudable que Chile y Estados Unidos no son comparables. En mi caso, de Chile provengo y allá no me sorprendía discrepar de aquella dirigencia comunitaria que por años argumentó que no había antisemitismo del cual preocuparse. Mi sorpresa fue encontrarme con actitudes muy desilusionantes en el sur de Florida (condados de Dade y Broward, donde ahora vivo), aun mas lo ha sido que la comunidad no tenga una actitud más decidida a nivel nacional después de lo que hemos observado en tanta manifestación en las calles y no solo en las universidades, haciéndolo como colectivo y no en forma individual.

Por todo lo que ha pasado y al parecer seguirá pasando, quizás la comunidad va a tener que prepararse para lo que hasta el 6 de octubre era impensado, que en algunos años podría haber un ocupante de la oficina oval de la Casa Blanca que no solo fuera un antisemita, sino que además declarara que estaba orgulloso de serlo.

@israelzipper

PhD. en Ciencia Política (Essex), Licenciado en Derecho (Barcelona), Abogado (U. de Chile), ex candidato presidencial (Chile, 2013)